julio 2009                                                                          KAKÁ.                  EL FUTBOLISTA DE DIOS
                «La Biblia dice que la                  vida da más de lo que pedimos y a mí me ha ocurrido»
               Ni chicas ni escándalos.                  El nuevo jugador del Real Madrid nunca ha roto un plato. Educado                  en la fe evangélica, Kaká es un futbolista religioso                  que entrega una jugosa parte de sus ingresos a su iglesia. Un                  crack cuyo sueño pasa por cuidar, algún día,                  de su propio rebaño. Ésta es la historia de un futbolista                  diferente.
                                                                                                                 |  | 
                                    | FOTO                      CEDIDA POR ARMANI JEANS | 
               
               Si algo define al tercer                  fichaje más caro de la historia del fútbol es                  su extrema religiosidad. Miembro de un turbio culto evangélico                  brasileño, la Iglesia Renacer en Cristo, que exige de sus                  fieles el diez por ciento de sus ingresos, Kaká venció                  toda su vida a la tentación con el objetivo de llegar virgen                  y puro al matrimonio. El jugador asegura que tanto él como                  su mujer, Caroline Celico, acordaron no mantener relaciones sexuales                  sin la bendición divina.
               Claro que cuando se conocieron,                  en 2002, ella tenía 15 años y él 19 y                  que la boda se celebró en cuanto ella cumplió los                  18. Además, el jugador ha asegurado en repetidas ocasiones                  su intención de convertirse en pastor evangélico                  cuando cuelgue las botas. «Estoy agradecido por todo lo                  que tengo –confiesa–. Si algún día puedo                  transmitir toda mi experiencia con Dios a otros, cuidar de mi                  rebaño, será un placer.»
               Kaká dedica sus                  goles al Señor elevando sus brazos al cielo y protagoniza                  devotas escenas que lo han convertido en el mejor hombre anuncio                  de su fe. Es difícil olvidar la imagen del brasileño                  arrodillado en el Olímpico de Atenas, agradeciendo la conquista                  de la Champions League, y ataviado con una camiseta en la que                  se leía: «I belong to Jesus» (`Pertenezco a                  Jesús´). Una prenda que regalaría al presidente                  brasileño, Lula da Silva.
                                                    | El                      oscuro avance del evangelismo brasileño En 1960, en Brasil,                        aún hoy la mayor parroquia católica del mundo,                        los cristianos evangélicos apenas eran el cuatro                        por ciento de la población. Medio siglo después                        andan cerca del 24 por ciento y para 2020 se estima que                        la mitad del país sea protestante. Los evangélicos                        brasileños avanzan a ritmo de dos millones de nuevos                        fieles cada año, de la mano de congregaciones como                        la Renacer en Cristo, del apóstol Estevam Hernandes,                        con Kaká como destacado proselitista, o la Iglesia                        Universal del Reino de Dios, del obispo Edir Macedo, dos                        imperios que suman ya más de 17 millones de fieles,                        cuyos líderes se han convertido en multimillonarios                        por la gracia divina. Macedo, sin ir más lejos, alzó                        su imperio con cornetas de plástico que vendía                        como un instrumento celestial para derribar las murallas                        de Jericó. Hace unos años, el obispo apareció                        en un vídeo rodeado de dólares, mostrando                        a sus pastores técnicas para aumentar la recaudación.                        Por su parte, los líderes de Renacer en Cristo, la                        iglesia de Kaká, acosados desde hace años                        por la justicia brasileña, acaban de pasar una temporada                        a la sombra en EE.UU. por contrabando de dinero. Por todo                        Brasil, predicadores de todo pelaje aparecen a menudo en                        los medios relacionados con delitos fiscales.  | 
               
               Con semejantes credenciales,                  Ricardo Izecson dos Santos Leite, Ricky o Kaká para                  los amigos, nacido en el seno de una familia de clase media de                  Brasilia hace 27 años, se ha erigido en antítesis                  de varios tópicos que rodean al fútbol actual. El                  primero de todos, el del crack egomaniaco y amigo de los focos,                  ejemplificado en su nuevo compañero de equipo, Cristiano                  Ronaldo. El segundo, asociado al brasileño individualista                  y amante de la parranda, cuyos representantes destacados son Robinho,                  Ronaldinho, Ronaldo, Romario, etc… Y un tercero que señala                  a la favela como origen de la gran masa de futbolistas que han                  hecho de Brasil la superpotencia del balompié mundial.
               Kaká no fue rescatado                  de la pobreza por el fútbol. Nunca le faltaron comodidades                  gracias a los ingresos de su padre, un ingeniero civil y evangélico,                  que hoy ejerce como representante del mayor de sus dos hijos (el                  pequeño, Rodrigo, Digão, es defensa del Milán).                  Cuando comenzó a jugar con el primer equipo del São                  Paulo –club al que ingresó con ocho años–,                  era tal la distancia social con sus compañeros que el resto                  de la plantilla le adjudicó el apodo de El Príncipe;                  su carácter bondadoso y su apariencia inocente hicieron                  el resto. Cinco años antes, al cumplir los 12, el joven                  se había unido al rebaño de la Renacer en Cristo                  por propia voluntad, ya que la fe de sus padres considera que                  el bautismo es una decisión voluntaria y consciente de                  seguir a Jesús. 
               Su privilegiada infancia,                  sin embargo, no libró a Kaká de momentos difíciles.                  Con 18 años estuvo a punto de dejar el fútbol por                  toda la eternidad tras golpearse la cabeza con el fondo de una                  piscina y fracturarse una vértebra, una lesión que                  pudo haberlo dejado parapléjico. Lejos de autocompadecerse,                  su recuperación se convirtió en ejemplo de superación                  y, de paso, en todo un refuerzo de su fe. «Me rompí                  la sexta vértebra, pero vi la mano de Dios», recuerda.                  Kaká escribió una lista de objetivos vitales: regresar                  a los terrenos de juego, firmar un contrato profesional, jugar                  con la selección, fichar por un club europeo importante                  y ganar un mundial. Para muchos sonaba a utopía, una década                  después, sin embargo, todos sus sueños se han hecho                  realidad. De postre, además, fue coronado como mejor jugador                  de 2007, un reconocimiento cuya conquista Kaká atribuyó,                  cómo no, a Dios. Los expertos, sin embargo, discrepan y                  lo asocian, más bien, a su habilidad, elegancia, equilibrio                  y velocidad en el manejo del balón; a la precisión                  de sus pases de gol y a su efectividad de cara a la portería.
               Al contrario que muchos                  otros cracks, a quienes los laureles y la adulación                  les hicieron perder el norte –léase, Ronaldinho Gaúcho–,                  el caso de Kaká, tamizado in eternum por su religiosidad,                  aporta una madurez casi inédita en el mundo del fútbol.                  «Mi serenidad no depende de un premio o de un título                  –declara–. La Biblia dice que la vida da más                  de lo que pedimos, y a mí me ha ocurrido. No existe un                  gran jugador sin un gran equipo. Si yo lo hago bien, se lo debo                  a mis compañeros, que me permiten rendir al máximo.»                  Lejos de conformarse, Kaká asegura que todavía le                  queda mucho por conquistar. «Me siento realizado profesionalmente,                  pero nunca me quedo satisfecho. Quiero ganar otra vez todo lo                  que ya he ganado hasta hoy.» Una declaración que                  satisfará a los seguidores de su nuevo club.
                              Recién cumplidos                  los 28, Kaká, que fue papá hace un año por                  primera vez (su hijo se llama Lucas, nombre bíblico,                  por supuesto), sigue fiel a sus principios y a sus seres queridos,                  incluyendo a los líderes de su congregación: el                  apóstol Estevam Hernandes y su esposa, la ‘obispa’                  Sonia. Los fundadores de la Renacer en Cristo, el segundo mayor                  culto del pujante evangelismo brasileño, llevan años                  bajo la lupa de la justicia, acusados de diversos delitos contra                  la hacienda pública. En 2007, el apóstol y la `obispa´                  fueron detenidos en EE.UU. al intentar introducir 56.400 dólares                  sin declarar en la tierra del tío Sam. El cuerpo del delito                  viajaba repartido entre una bolsa, una Biblia, un porta-CD y una                  maleta. La pareja pasó cinco meses en una prisión                  federal por cargos de conspiración y contrabando de dinero.                  Como remate, el pasado enero, el matrimonio regresó a la                  palestra cuando el techo de su templo principal, en São                  Paulo, se desplomó en pleno culto matando a nueve personas                  y causando más de cien heridos. Las investigaciones apuntan                  a fallos estructurales en el edificio, aunque nadie ha sido responsabilizado                  todavía por la tragedia.
               Kaká, afirma, no                  alberga dudas sobre la «honestidad e integridad»                  de los cabecillas de su credo, con quienes mantiene un                  fuerte vínculo. «Nací en un hogar evangélico                  y vivo en la Iglesia Renacer desde los 12 años –asegura                  el jugador–. Tengo una relación muy cercana con ellos.                  La justicia decidirá lo que tenga que decidir, pero son                  personas a las que quiero mucho y no las abandonaré.»                  Como prueba de su fidelidad, al poco de la detención de                  sus pastores, Kaká encabezó la XVI Marcha por Jesús,                  una manifestación que el año pasado congregó                  a cinco millones de evangélicos en las calles de São                  Paulo.
               El futbolista, que visita                  con frecuencia la mansión de los Hernandes en la capital                  paulista, contrajo matrimonio en 2005 –en el templo siniestrado,                  precisamente–, en una ceremonia oficiada por la mesiánica                  pareja, con los hijos de los Hernandes oficiando de testigos e                  ilustres invitados futbolísticos como Ronaldo, Cafú,                  Adriano o Baptista. En ese mismo lugar, en 2007, Kaká ofrecería                  a su comunidad, en una misa multitudinaria, el trofeo que lo acreditaba                  como el mejor del mundo.
               El ‘apóstol’                  y la ‘obispa’ figuran, además, entre los grandes                  beneficiarios del contrato del nuevo jugador del Real Madrid.                  El sistema proporcional que rige las ofrendas de los fieles –el                  `diezmo´, la décima parte de sus emolumentos–                  permitirá mejorar considerablemente los ingresos de la                  congregación en plena crisis económica. Algunas                  fuentes estiman en unos 770.000 euros el dinero que Kaká                  envía cada año a su parroquia. El propio jugador                  reconoció ante la justicia hace unos meses una donación                  de 200.000 euros, realizada el 12 de mayo de 2008, apenas una                  de tantas entregadas a la iglesia. En su testimonio, confirmó                  que todos sus donativos son en efectivo, que no sabe nada sobre                  el uso que se hace de ellos y que confía en que sean utilizados                  en actividades de beneficiencia. A fin de cuentas, que diría                  cualquiera de sus fieles, ¿no es la confianza parte de                  la fe?
               A ninguno de sus más                  de dos millones de seguidores, incluido Kaká, parece                  sorprender la impresionante ascensión de la Renacer. El                  imperio levantado por los Hernandes, pese a una deuda acumulada                  de más de cuatro millones de euros, controla una cadena                  de emisoras de televisión y otra de radio, una discográfica,                  una editorial; además de gestionar la Fundación                  Renacer, dedicada a obras asistenciales, y más de 1.500                  templos entre Brasil, Argentina, Uruguay, EE.UU., España                  o Japón. 
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                                    | Kaká fotografiado                      el día de su presentación, que reunió                      a más de 50.000 simpatizantes en el Estadio Santiago                      Bernabeu | +                      Ampliar | 
               
               Kaká continúa                  su vida ajeno a los escándalos que persiguen a sus                  opacos guías espirituales. Su padre lo ayuda a salvaguardar                  su fortuna, estimada en más de 50 millones de euros y creciendo,                  sobre todo, gracias a su incorporación al Real Madrid.                  Su sueldo estimado de 750.000 euros al mes lo convirtió                  durante unos días en el futbolista mejor pagado del mundo,                  hasta que Florentino Pérez fichó a Cristiano Ronaldo                  haciendo saltar la banca. «Me gusta encargarme en persona                  de mi dinero –revela Kaká–. Me encanta la Bolsa,                  comprar y vender acciones. También tengo muchos negocios                  inmobiliarios con mi padre.» El fútbol es hoy su                  principal fuente de ingresos, pero durante años, recuerda                  el jugador, antes de hacerse profesional, le tocó pagar                  por abrirse un hueco en los terrenos de juego.
                
               Su llegada al Real Madrid                implica la concreción de otro de sus sueños.                En España, Kaká ansía emular a su ídolo                Zinedine Zidane, el último bailarín del balompié                antes de la irrupción de este brasileño. Claro que,                a diferencia del francés, a su heredero nunca lo veremos                dar un cabezazo a un rival. Jamás pierde la paciencia, protesta                poco y casi siempre se lo ve tranquilo en el campo. «A veces,                puedes perder los nervios, pero creo que tengo un gran dominio de                mí mismo», reconoce. Algo de lo que, al margen de los                estadios, puede dar fe su esposa, Caroline Celico.                 Durante los dos años                  que Kaká y Caroline vivieron separados, desde su fichaje                  por el Milán en 2003, por unos seis millones de euros [el                  Real Madrid ha pagado 65], hasta su boda, el jugador resistió                  a las tentaciones de la fama. «Siempre trato de evitarlas                  –dice Kaká–. Cuando ella estaba en Brasil, teníamos                  un pacto: éramos libres de salir con los amigos, pero a                  media noche volvíamos a casa y hablábamos por teléfono.                  Hemos hecho muchos sacrificios. Elegimos juntos llegar castos                  al matrimonio, la Biblia enseña que el verdadero amor se                  encuentra en la noche de bodas, con el cambio de sangre, esa que                  la mujer pierde con la virginidad. Para nosotros, la primera vez                  fue bellísima.» Reconoce, eso sí, que no fue                  tan fácil contenerse: «Soy un chico normal. Nos besábamos                  y había deseo, pero si hoy nuestra vida es así de                  hermosa, creo que se debe a que supimos esperar». 
               Kaká y su mujer                  se conocieron en una fiesta en São Paulo. «Mi                  padre y su madre [directora de Christian Dior en Brasil] se conocían                  y nos presentaron –recuerda–. Intercambiamos los teléfonos                  y quedamos el día que cumplió 15 años. Yo                  tenía 19 y ya era conocido en Brasil. En 2002, tras ganar                  el mundial, nos hicimos novios.» Un año después                  ya había planes de boda. «Tuvimos que esperar tres                  años, uno en Brasil y dos en la distancia, porque me vine                  a Italia y ella era muy joven para seguirme –cuenta–.                  Ese tiempo fue importante, una prueba de nuestro amor.»
               Se mire por donde se mire,                  Kaká es, ante todo, un buen chico. Su habilidad para                  alejarse de las revistas de cotilleo es otra prueba de ello. «En                  Italia nunca he ido a discotecas, sólo a las fiestas del                  Milan, y siempre con Caroline. Salgo poco, sólo para cenar                  con ella o los amigos y siempre me acuesto temprano –comenta–.                  Los compañeros me respetan, también porque yo respeto                  a todos, aunque a veces me miran como un bicho raro.» No                  sólo por su desapego a las jaranas, también porque                  sus aficiones no son frecuentes entre futbolistas: la lectura,                  el cine, el arte y el teatro. «De todos modos, cada vez                  somos más los deportistas evangélicos», añade                  Kaká, que combina su filiación a la Iglesia Renacer                  con la pertenencia a los Atletas de Cristo, un movimiento, evangélico,                  por supuesto, fundado en Brasil hace 20 años por Alex Dias                  Ribeiro, piloto de fórmula 1 en los años 70, para                  «promover la proclamación del Evangelio a través                  del deporte».
               Conocido en su día                  como el piloto que, «pisando a fondo, lleva el nombre                  de Cristo alrededor del mundo», Dias Ribeiro frecuenta desde                  hace años las concentraciones de la selección brasileña,                  donde mantiene reuniones frecuentes con fieles como Zé                  Roberto, Lúcio, Luisão o el propio Kaká,                  para discutir pasajes de la Biblia y su aplicación en la                  vida de los cracks y la conquista del título en juego.                  Gracias a esta organización, cada vez con más frecuencia,                  se repite en los estadios la imagen del goleador que celebra su                  acierto con camisetas de mensaje cristiano. Su fundador afirma                  que gracias a los Atletas de Cristo –más de 10.000,                  sólo en Brasil– hay hoy menos deportistas aficionados                  a la vida nocturna y amigos de las bromas machistas y degradantes,                  además de asegurar que sus seguidores no insultan a los                  árbitros. «En general, son jugadores más educados                  y de actitudes más positivas», confirma Carlos Alberto                  Parreira, técnico del Brasil pentacampeón mundial.                  Sus palabras son, sin duda, el vivo retrato de Kaká.
               Fernando Goitia
                                                                          EDITORIAL:                        
                     «MATAR                        AL MENSAJE»
                                          Resulta                        curioso - y lamentable - que un artículo como éste,                        firmado por Fernando Goitia y publicado en el                                                XLSemanal                        (suplemento dominical de ABC), el pasado domingo 5 de julio,                        en el que se ponderan las virtudes deportivas y personales                        del madridista Kaká, sea la excusa para extender                        un chapapote de prejuicio y denuncia sobre 'el oscuro                        avance del evangelismo brasileño' y de 'los                        protestantes' en su conjunto, a partir de datos parciales                        mezclados con inexactitudes, que no hacen justicia, ni explican,                        el extraordinario fenómeno social del cristianismo                        evangélico contemporáneo, protagonizado por                        la inmensa mayoría de las iglesias evangélicas                        brasileñas y latinoamericanas, igual que en otras                        partes del mundo.
                     Se califica                        la fe del deportista de 'extrema' religiosidad (sic),                        que pertenece a 'un turbio culto evangélico',                        y a los pastores de su iglesia se les llama 'cabecillas                        de su credo', entre otros apelativos que - con independencia                        de las responsabilidades que para tales personas determine                        la Justicia - muestran un trato muy distinto, a nuestro                        modo de ver, del que se emplea para referirse a los líderes                        religiosos de otras confesiones, donde siempre se distingue                        entre lo general y lo particular.
                     El fundador                        del cristianismo evangélico - Jesús de Nazareth                        - dijo, hablando de sus legítimos seguidores: "por                        sus frutos los conoceréis…". Y no todo                        debe ser tan malo en el árbol evangélico                        brasileño cuando - con las salvedades que deban hacerse                        - futbolistas como Kaká, Edmilson,                        Senna, Zé Roberto, Donato, Sylvinho,                        y Baltasar, por citar a algunos de los más                        conocidos, han dejado y siguen dejando una huella deportiva                        y personal tan honda y tan ejemplar en el fútbol                        de España y de todo el mundo.
                     A pesar                        de ello, y al contrario de lo que sucede en otros ámbitos,                        da la impresión de que, en el caso de Kaká,                        cierta prensa quisiera "salvar al mensajero"                        (Kaká), y "matar al mensaje" (su                        fe evangélica).
                     Noticias                        FEREDE